¿Les ha pasado alguna vez? Esa sensación de terminar un proceso creativo (música, literatura o una tarea) y tener la sensación de que la obra no está finalizada. Luchar contra la fecha de entrega contra la sensación de que siempre se puede mejorar lo hecho, aparte de mostrarnos lo perfeccionistas que somos, puede demostrarnos que el diseño es un proceso más dinámico de lo que usualmente creemos.
Desde un punto de enfoque amplio, el proceso científico es un proceso de diseño. Y aunque los periódicos muchas veces se refieren a los nuevos avances científicos como “el resultado de años de investigación”, desde la mente de los investigadores el proceso puede tener un inicio definido pero no parece tener un fin claro. Es algo así como este rage comic:
El diseño como ámbito de estudio también es dinámico. Puede comprender muchos años, fuentes de financiamiento por diversas empresas y varias generaciones de expertos en un tema. Y no solo eso, sino que no es lineal, saltando entre diferentes ramas y aplicaciones del conocimiento para confluir en un lugar del mundo y en un momento específicos para generar valor.
Por eso, estudiar el diseño de algo en específico necesitamos incorporar el tiempo dentro de dos grandes espacios: la evolución y el desarrollo. Por ejemplo, para estudiar a un ser humano en el presente es necesario conocer la evolución del hombre y la mujer como especie, así como a la persona y el desarrollo desde su nacimiento. Ambos generan información valiosa y útil para la investigación y el aprendizaje.
El diseño libre reconoce el dinamismo del diseño al incorporarlo dentro de su metodología, por medio de la apertura y disponibilización de información para su estudio. De lo contrario, el valor de analizar un diseño como un resultado estático es lo mismo que estudiar la realidad por medio de una fotografía. El Diseño Libre da movimiento al diseño y genera una representación menos estática de la realidad.